El enfoque de la jornada fue eminentemente práctico y vivencial, partiendo de nuestras propias emociones y experiencias personales. A través de ejercicios de introspección y dinámicas corporales, los asistentes pudimos explorar cómo la comprensión y regulación de nuestro propio sistema nervioso influye en la relación con los demás.

Entre las distintas actividades, también hubo momentos de distensión y convivencia, como el café de media mañana y la comida compartida, espacios que sirvieron para el intercambio de experiencias y la cohesión del grupo. Durante la comida se realizó además un entrañable homenaje a nuestra compañera Ana Cuéllar, recientemente jubilada, en reconocimiento a su trayectoria profesional y su compromiso con la orientación educativa.

La tarde continuó con un resumen teórico de los principales aportes de la teoría polivagal y finalizó con el análisis de un caso práctico aportado por uno de los participantes, que permitió aplicar de manera concreta los conocimientos adquiridos a una situación real.

La jornada resultó altamente enriquecedora, combinando rigor teórico, práctica reflexiva y un espacio humano de encuentro entre profesionales comprometidos con el bienestar y el desarrollo emocional de su alumnado. 

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